Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano([1])
Monumento a la
Revolución
México, D. F., 19 de agosto del 2013
Estamos reunidos hoy para
reafirmar nuestra convicción patriótica, revolucionaria y progresista, así como
nuestra decisión de lucha, ante la amenaza oficial, entreguista y neoliberal,
de reformas constitucionales y legales, con el claro objetivo de desplazar al
Estado mexicano del control y manejo de su riqueza petrolera, puntal de su
independencia económica.

Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano
Foto: EE Archivo - Credito:Notimex
El pasado día 12, el titular del Ejecutivo federal remitió
al Congreso la iniciativa para reformar los artículos 27 y 28 de la Constitución , en sus
párrafos sexto y cuarto respectivamente. A esto se reduce hasta ahora la
propuesta de reforma energética del Ejecutivo, nada se dice de las adecuaciones
necesarias de leyes secundarias que tendrían que llevarse a cabo de aprobarse
esta iniciativa, la que no por reducida e incompleta deja de ser atentatoria
contra la soberanía y el desenvolvimiento autónomo de la Nación.
Al presentar esta propuesta y enviarla
al Congreso, el Ejecutivo ha señalado que de aprobarse, se ofrecería a los
usuarios electricidad a tarifas menos gravosas que las actuales, que se
modificará el régimen fiscal al que se tiene sometido a Petróleos Mexicanos para
hacerlo competitivo (¿frente a quién?, habría que preguntarse, pues los costos
de exploración, producción y desarrollo de Pemex son actualmente menores que
los de Statoil de Noruega, ExxonMobil de EEUU, ENI de Italia, Petrobras de
Brasil, Chevron de EEUU, entre otros), que el organismo tendrá una nueva
estructura administrativa con un gobierno corporativo, que tendrá mayor (no
plena) autonomía de gestión (y nada se menciona de la autonomía presupuestal),
que mejorará las condiciones de transparencia y rendición de cuentas (¿y por
qué no desde ya?) y que en las compras y proyectos de Pemex habrá mayores
contenidos nacionales. Con estos cambios, expresa el Ejecutivo, se logrará una
mejor restitución de reservas, la producción de crudo se elevará a 3 millones de
barriles diarios en 2018 y a 3.5 millones en 2025 y la de gas pasará de 5 700
millones de pies cúbicos diarios a 8 000 en 2018 y a 10 000 en 2025. Otros
impulsores de la iniciativa oficial agregan a estas supuestas bondades, que se
generará medio millón de nuevos empleos para 2018 y dos y medio millones más
para 2025, que el gas natural doméstico resultará también más barato al
consumidor y que la economía mexicana crecerá un punto porcentual más en 2018 y
2 más en 2025. Todos estos supuestos logros suenan a cuentas alegres y en el
mejor de los casos a buenos deseos. No hay una cifra que los sustente, ni un
análisis y proyecciones serias de la economía nacional en los próximos años, ni
un estudio del desenvolvimiento de la industria petrolera internacional, ni
menos la definición de una política petrolera integral que requiriera de esos
montos de producción, de mayores o menores, en los horizontes de 2018 y 2025.
La propuesta de reforma del sector energético que ahora se
presenta con una visión nacionalista y progresista, corresponde a la de un país
que busca el rescate y ejercicio pleno de su soberanía (no una nación que día a
día ceda soberanía y acreciente su dependencia), que cuente con una industria
energética conductora del crecimiento económico y de la industrialización (no
al servicio de intereses ajenos), con organismos operadores (en este caso
Petróleos Mexicanos y Comisión Federal de Electricidad) saneados de corrupción,
que operen con absoluta transparencia, eficiencia y eficacia.
Las reformas que se proponen
se enmarcan en una política petrolera con los objetivos siguientes:
·
Prolongar lo más posible la vida de las
reservas, satisfaciendo al mismo tiempo la demanda nacional de hidrocarburos.
·
Para obtener los mayores beneficios de
los recursos naturales y frente a una perspectiva de autosuficiencia a corto
plazo del cliente principal de las actuales exportaciones mexicanas de crudo,
disminuir gradualmente, al ritmo más rápido posible, las exportaciones de este
recurso, para transformarlo industrialmente en el país.
·
Desarrollar las cadenas productivas de la
industria petrolera con el fin de agregar valor a los productos, generar
empleos y estimular los desarrollos regionales.
·
Aumentar la capacidad de refinación: de
inmediato en 600 mil barriles diarios (capacidad de refinación que podría estar
disponible en 2017) e iniciar nuevas instalaciones, en 2017, con capacidad del
orden de 300 barriles diarios más.
·
Fomentar nuevas inversiones privadas y
públicas en la industria petroquímica y en la construcción de gasoductos.
·
Incrementar la exploración y reposición
de reservas, como mínimo del 100% de los volúmenes extraídos y exportar sólo
los volúmenes que excedan las necesidades internas y la propia reposición.
·
Crear estímulos para fomentar el uso de
vehículos automotores que no utilicen combustibles con origen en los
hidrocarburos: existen ya vehículos que utilizan baterías de hidrógeno y
electricidad para su locomoción.
·
Un primer paso para disminuir el consumo
de combustibles con origen en los hidrocarburos, debiera ser la obligación de
adicionar etanol a las gasolinas en porcentajes de 10 a 15%, lo que no demanda
cambios en los motores de combustión interna actuales.
De manera concreta, nuestras
iniciativas pretenden alcanzar los siguientes objetivos:
·
Conceder
autonomía presupuestal y de gestión de Pemex y CFE.
o Se
otorga esta autonomía para ejercer los recursos aprobados en función del Plan de Negocios de Pemex y las
necesidades energéticas del país.
o Sacar
a Pemex y a la CFE
del presupuesto federal y del control de la Secretaría de Hacienda
a través de
§
Transformar
a Pemex y a la CFE
en empresas públicas; y
§
Un
nuevo gobierno corporativo para Pemex.
·
Se reintegra verticalmente Pemex en una
sola entidad, desapareciendo los organismos subsidiarios.
·
Reducir
la carga fiscal de Pemex.
o Se
establece un nuevo régimen fiscal para Pemex que genere recursos adicionales
para inversión productiva y para revertir la descapitalización a la que ha
estado expuesto, permitiéndole así cumplir con sus objetivos.
·
Impulsar
a la transición energética.
·
Apoyar
al desarrollo e investigación tecnológica.
·
Fortalecer
la arquitectura institucional de sector.

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