El recismo existío siempre entre los seres humanos, como vemos en estas fotos tomadas en los Estados Unidos en 1960... El racismo existe en Madrid... en París.. Y en todo el mundo...
Con ustedes un cuento que quiere acabar con esta forma nefasta con que unos seres humanos tratán a otros...
El dios Interculturalidad
Yo
soy un físico que a rajatabla siempre dijo y sostuvo que se podía vivir sin
racismo, asi es sin ningún tipo de Racismo. Pero a pesar de ser un físico, creo
en un dios… e dios interculturalidad. Es raro encontrar científicos que crean
en dioses pero yo soy la acepción. Siempre que debato con mis colegas les digo
que busquen las señales justas que el universo nos da, porque asi podríamos
encontrar las puertas que llevan a los universos paralelos o, en su defecto,
dependiendo del tipo de puertas, a partes muy distantes de nuestro propio
universo. Y tal vez asi encontrar al dios interculturalidad. Pero siempre a un
universo en donde el racismo no existiera. Para que así, de una vez por todas,
supiéramos realmente como especie para qué existimos en este gran ecosistema, y
además de esto, podríamos saber de que es posible vivir sin eso llamado racismo en nuestra sociedad, dado que
al fin y al cabo el racismo es una subjetividad resultante de una
determinada hegemonía gobernante.
Un
día tuve un sueño que me sacó de mi tiempo y de mi espacio. Me gustaría que a
muchos discriminadores de todo tipo le sucediera esto. Se los contaré. Soñé que
estaba en una lejana galaxia, con sus respectivas estrellas y planetas. Ya mi
nave no viajaba, pero la actividad cósmica a mi alrededor era incesante, como
la de cualquier galaxia de cualquier pluriverso; había también un tránsito de
asteroides y meteoritos de distintos tamaños. No sé por qué motivo en mi sueño
tenía la idea de que había viajado mucho. Incluso me daba la sensación de que
técnicamente había viajado a través del tiempo. Digo técnicamente porque
científicamente no podía, al menos por el momento, comprobarlo. Asi Desperté en
una nave, extraña nave.
Mis
compañeros de nave vestían trajes de delgado grosor, diferentes de los que
solíamos vestir en mi tiempo y espacio. Caminé sin rumbo, al menos eso creía
yo. Pero pude comprobar que no había discriminación ni racismo en esta nave. Poco
después, me hallé ante una gran sala, que era casi por completo de vidrio, y se
podía ver el espacio exterior, con las estrellas cuyas cúpulas de luz las
hacían brillar doradas, púrpuras, etc. Era un día o una noche especial. Al no
estar el sol en mi vista, ni tener reloj, ni aparato alguno de medición, no
podía darme cuenta de la época, tiempo, o espacio en el cual me encontraba.
Llevaba puestos unos extraños ropajes recubiertos de blancas telas casi
transparentes.
A través de la ventana de esta moderna nave veía cómo miles de
destellos brotaban como flores de tomate en un tomatal. Salió una luz
imponente, acompañada de dos destellos con tres reflejos intermitentes, los
cuales arrojaron un extraño aroma, el cual fue nuevo para mí, y gran sorpresa e
impresión me causó. Pero en ese momento sentí como me dormía suavemente… Volví
a despertar, pero ya no estaba allí, sino que en un gran circulo de vidrio, en
extraño planeta. Veía cómo todos a mi alrededor observaban con asombro cuanto
acontecía a nuestro alrededor; no éramos más de diez seres humanos, no pude
diferenciar los sexos, sí supe que eran todos humanos. Y al conversar un poco
me maraville de que no había discriminación entre nosotros y mucho menos
racismo, pues ninguno de todos los que estábamos allí teníamos la piel del
mismo color, había gente blanca, azul, verde, negra, amarilla y violeta. De
repente vi cómo un anillo radiante de luz formaba un perfecto círculo… Dentro
del círculo se veían estrellas brillar. Ahí, inmediatamente, comprendí todo,
estaba saliendo a través de un agujero de gusano.
En ese momento me volví a
dormir… Al tiempo volví a despertar, y estaba en la ciudad de Barcelona corría
el siglo XXI creo si mal no recuerdo. Desperté sobre el suelo de una estación
de Buses, era una bella mañana. Sin comprender que había pasado o estaba
pasando comencé a caminar. Y maravillado vi como latinos y caucásicos
conversaban respetándose mutuamente. Rabinos y musulmanes jugaban al ajedrez
riendo juntos… Comunistas y capitalistas miraban un partido de futbol juntos.
Catalanes y marroquíes jugaban a los naipes. Ahí pude comprender que en
Barcelona no existía ya mas racismo ni discriminación. El concepto de
interculturalidad había tomado vida, si había tomado vida y estaba presente acá
en Barcelona. Y no era tan solo un mortal mas, sino que era un dios presente
entre nosotros los simples mortales humanos. Simplemente el racismo había sido
un mal sueño de algún viejo y lejano mundo de estos universos paralelos que hay
dando vuelta por ahí. Todo el amplio espacio a mi alrededor formaba además un
coro impresionante de asombro, que entonaba himnos de alegría y amor, estos
parecían elevarse hacia el cielo en donde estaban el dios Interculturalidad y el
santo Amistad.
FIN
Ulises Barreiro
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